Ignacio

Muy buenas a todos, me llamo Ignacio y tengo 14 años, soy de la parroquia de San Andrés Apóstol de Almoradí, estoy en 2º de la ESO y llevo dos años en el Seminario.

Yo tengo la suerte de provenir de una familia católica, que desde pequeño me inculcó la Fe. Yo iba a Misa con mi hermana mayor, pero me aburría, así que entré en el coro de mi parroquia, donde estuve poco menos de un año. Desde el coro pude ver una figura muy importante pero que a veces no notamos: los monaguillos. me gustó lo que hacían, vi que estaban contentos y que eran los más cercanos al altar junto al sacerdote, y decidí dejar el coro para ser monaguillo.

Cuando comencé a ser monaguillo, noté algo en mi interior que se llenaba, además, me gusto mucho y me hice muy amigo de los otros monaguillos. Tras unos años saliendo al altar cada Domingo, mi párroco D. Jesús me propuso ir a unas convivencias que organizaba el Seminario. Yo ya sabía lo que era el Seminario, pues había ido con mis compañeros de clase a unos torneos de futbol que allí se organizaban, así que acepté. Me lo pasé muy bien, conocí gente, aprendí cosas, hice nuevos amigos y disfruté mucho, de modo que, en la siguiente convivencia, fui yo quien le dije a mi párroco que quería ir.

Estuve yendo a las convivencias unos 2 años, y al ver que me lo pasaba muy bien y me divertía mucho, mi párroco me volvió a proponer ir a otra actividad del Seminario: el campamento anual de La Carrasqueta. Al principio dudé un poco, pues era una semana entera y me daba miedo alejarme tanto tiempo de mis padres, pero al final acepté, y fui a disfrutar y divertirme. Me sorprendió lo bien preparado que estaba y lo bueno que fue, fue una gran experiencia.

En ese campamento nos hablaron de Seminario en Familia, y, al acabar, les dije a mis padres que quería ir. Mi padre me dijo que vale, pero mi madre se negó rotundamente, y me dijo que hasta que no hiciese la primera comunión no entraba, lo cual me entristeció un poco.

Hecha ya la primera comunión, les recordé a mis padres lo del Seminario en Familia, y ellos aceptaron. Fui y  me lo pasé "pipa", hice aún más amigos, me lo pasé aún mejor que en las convivencias, y conocí mucho más a los seminaristas. Pero llegó la pandemia y el Seminario en Familia se paralizó durante los meses del confinamiento. Pero de todos los males Dios saca un bien, y en este caso, el parón me ayudó a volver con muchas más ganas e ilusión, con renovadas fuerzas para seguir adelante en el que sería mi penúltimo año como seminarista en familia.

Pese a ser seminarista en familia, no dejé de ir a campamentos y convivencias, y fue en el campamento de ese año cuando me empecé a plantear entrar al Seminario. Quise apartar esa idea de mi cabeza, pues pensaba que no era lo mío, y no quería entrar.  Aun así seguí yendo al Seminario en Familia, y acabado ese año, que sería mi último año, resurgió en mí la idea de entrar, tenía miedo de decirlo en mi colegio, pero cuando al fin lo dije, ninguno se lo tomó a mal, ni se metieron conmigo, lo cual fue un gran apoyo para mí, en el momento de dar el gran paso.

Al final decidí entrar, y este es mi segundo año, así que se puede deducir que estoy muy a gusto, aquí me lo paso genial y disfruto mucho.